sábado, 20 de septiembre de 2008

Amor Granate - Parte 14

Luego de una larga noche de entrenamiento, Eeva ya había aprendido las nociones básicas de las artes marciales. Las próximas semanas iban a ser de arduo trabajo, de mucho entrenamiento físico y mental. Durante el día, Antii le dejo quedarse en su mansión, en cualquier habitación que ella fuera a elegir.

Los colores, el olor a madera y humedad. Estaba fascinada con el lugar. Comenzó a correr como niña por todos lados, investigando cada cuarto, detalle por detalle. Admirando los cuadros que adornaban semejante casona e intentando adivinar las historias detrás de ellos de tal manera que había olvidado todo lo que había pasado en los últimos días.

“Esa es supuestamente la madre de Jaärki” comento Antii.
“Y quien es Jaärki?”
“Me gustaría saberlo.”
“Tengo entendido que los vampiros no pueden tener hijos.” Comentó Eeva al ver que el retrato mostraba a una señora de tez muy pálida, usaba un vestido negro y púrpura, y sonreía ampliamente mostrando sus colmillos.
“Si, pero el retrato fue hecho luego de que fuera convertida.” Aclaró Antii para luego desaparecer en la oscuridad.
“Un hijo que quiera así a su madre, que tipo raro de amor se huele aquí” Dijo para si Eeva mientras se alejaba lentamente, entonces si en búsqueda de una habitación donde dormir.

La fascinación es un sentimiento que se acaba de manera demasiado rápida, y cuando no es así, se convierte en obsesión. Y es como las adicciones, la obsesión puede tornarse peligrosa cuando llega al límite. Quizás es entonces cuando uno se da cuenta y valora tantas cosas que antes no habíamos notado, y comenzamos a apreciarlas de manera distinta. Pero ¿cual es la razón de esperar tanto para hacerlo?

Pasaron dos semanas desde el comienzo de su entrenamiento, y Eeva estaba cada vez mas alucinada con sus nuevas habilidades. Poco a poco fue retomando la confianza con su cuerpo. Su piel estaba muy suave y tersa, el color había desaparecido siendo reemplazado por una palidez muy particular. Revisando su nuevo hogar encontró algunos vestidos a los que dedico varias horas para remodelar y modernizar. A Antii parecía no molestarle, así que todos los días reformaba una nueva prenda.

“Se que no es mucho, pero esto estaba por aquí. Pensé que te gustaría.” Dijo Antii entrando a su habitación con una pequeña caja de madera.
“Gracias. No deberías.”
“Estaba tirado bajo una alfombra. Lo limpie un poco. No se de quien era” agregó. “En una hora, te veo en el parque.”

Una extraña situación de comportamiento amable que no se daba a menudo. Eeva simplemente observó de lejos la cajita que Antii dejo en la mesa hasta que por fin se decidió a abrirla. En su interior había un hermoso colgante. Era una cruz de acero, con piedras engarzadas, granate. Su piedra favorita, representa amor y constancia. Lo que no llegó a vislumbrar, por ignorancia o distracción, era el verdadero sentido de ese regalo y simplemente coloco la cadena alrededor de su cuello y siguió cosiendo.

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