viernes, 18 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 9

En la edición de medianoche del noticiero se anunciaba nota tras nota sobre un extraño asesino en serie que desangraba a sus victimas. Nada nuevo, todo se repite en la historia. Antii resopló mientras escuchaba a la distancia las ridiculeces que los cronistas decían. Si algo había cambiado en tantos años era la forma en que la gente analizaba y opinaba. Ya no se trataba de seres que podían encontrarse en libros de ficción, ni acicalados hombres de tez pálida y grandes colmillos. La nueva moda se trataba de seres extraterrestres que venían a la tierra en busca de nuevos recursos. Chupasangres.

-Y yo que pensaba que iban a inventar algo mejor.- dijo Antii abriendo la puerta del frente de la casa, en busca de su cena.

No le interesaba bajo ningún aspecto encontrar a Eeva, la había borrado de su mente, aunque en lo muy profundo de su conciencia sentía la obligación de orientarla en su nueva vida como su antiguo mentor lo había hecho con él. Sin embargo, le faltaba voluntad para llevar a cabo tal tarea de maestro.

-No tengo la experiencia suficiente, y mi opinión en el tema no es valedera.- dijo en voz alta.
-Entonces, ¿para que lo hiciste?- dijo una voz a sus espaldas. –No lo sabes, pero sientes un alivio de pronto.- agregó.
-El alivio no es algo que tengo, ni que tendré. Esas cosas no existen para nosotros Jaärki.- Increpó sentándose en un banco de la plaza central. Se oía muy dentro del bosque cómo el agua del río corría incesante.
-Al menos debes admitir que te interesa. También tienes que aceptar tu obligación. Has logrado dar un paso enorme hacia delante al convertir a una persona, también es una responsabilidad.-
-Pero yo no pedí esto. Lo que yo tengo es para mi, para que querría yo otra carga mas?-
-Esa será una pregunta que tendrás que responder tu solo.- contestó Jaärki.

Al cabo de unos minutos de silencio, Antii se levantó y desapareció dentro de la oscuridad del tupido bosque, Jaärki quedó allí sabiendo que pronto volvería con una respuesta.

Amor Granate - Parte 8

Eeva miraba de un lado a otro, absorbiendo cada detalle en su mente cual esponja. Las gotas de lluvia caían en cámara lenta frente a sus ojos, llegando a fundirse con el agua del suelo. Cada molécula en fusión con cada molécula, simple como la naturaleza misma. Ya comenzaba a ser hora de volver a casa.

Era una casona del siglo XVIII, con una gran cantidad de habitaciones, pues anteriormente había sido un hotel para inmigrantes en la época de las grandes migraciones. Todo estaba decorado modestamente, no quedaba ningún mueble clásico de la era misma en que había sido construido el edificio. Antii de todas maneras había sabido conservar unos viejos retratos de los dueños originales, y en algunos de los cuartos quedaban alfombras y cortinados.

El sol aparentaba querer salir por entre la lluvia, eran casi las seis de la mañana y ya iba a amanecer, había tenido una larga noche, y ya era momento de descansar.
Antii era distinto a cualquier otro vampiro de nuestra época, en la que las fabulas y leyendas describían a estos seres durmiendo en grandes féretros, o en cámaras de frío. Antii había tomado la costumbre de dormir encerrado en el sótano, lo suficientemente frío y oscuro para que pudiera dormir como corresponde. Nunca le había gustado la idea de dormir dentro de una caja, y solo se conformaba con una modesta cama doble con sabanas de algodón de un raro diseño de payasos.

-Menos mal que no tendré visitas hoy.- se dijo.

Se recostó lentamente pensando en los sucesos de la noche, con miles de preguntas sin respuesta en la cabeza se durmió poco a poco, como sumiéndose en un sueño hipnótico.

Eeva, por su lado, vagaba por las calles de la ciudad sin rumbo fijo. El primer rayo de sol de la madrugada le iluminó la cara, pero al cabo de unos segundos comenzó a sentir picazón y ardor. Parecían miles de agujas pinchándole constantemente el rostro, de tal manera que tuvo que buscar algo de sombra.
Su desesperación era tal que comenzó a correr gritando desesperada por ayuda. Al doblar en una esquina, se topo con un hombre de unos sesenta años, cabello canoso y ojos marrones quien, antes de chocarse, logro agarrarla de los brazos. Tenía muy buenos reflejos gracias al deporte y actividades varias que había practicado toda su vida, pero eso a Eeva no le importaba, no lo conocía, y con eso se contentó lo suficiente como para no pensar y seguir su máximo instinto.

martes, 15 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 7

Tumbado sobre el frío suelo arenoso, Antii miraba a Eeva sin expresión alguna en su rostro. No le había sorprendido su actitud, pues cada persona reacciona de diferente manera frente al cambio.

Ella lo había inmovilizado sosteniendo fuertemente los brazos por encima de la cabeza, le miraba con furia mezclado con deseo y confusión. El solo se limitó a observarla, esperando su próximo movimiento, paciente y expectante.

-¿No harás nada para detenerme?- inquirió Eeva.

-Es tu nuevo instinto, no es necesario que lo haga.-

Enojada y totalmente fuera de si, Eeva se levantó del suelo para alejarse en silencio. El ruido de la lluvia ya no le era especial. Percibía tantos otros sonidos, que todo resultaba tan mágico como un día de tormenta. Había olores que jamás había percibido, nuevas sensaciones que experimentaba y creía disfrutar. ¿Por que se haba perdido de tanto en toda su vida? ¿Por que de repente solo quería pegarle al hombre que le había hecho eso, pero a la vez amarlo y alabarlo por toda la eternidad?

-Solo te durara unas semanas.-

-¿Que cosa?.- pregunto Eeva.

-La confusión.- respondió Antii desapareciendo en la oscura noche dejándola sola, sentada en la entrada de un bloque de departamentos, en silencio, en soledad.

domingo, 13 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 6

La mentira es un recurso que mal utilizado puede causar mas dolores de cabeza que soluciones plausibles. Conocer y saber mentir es una cuestión de experimentar causa y consecuencia, aprender de los errores. Quien no comete errores, no ha aprendido la gran lección que la vida da constantemente.

-Lo he decidido sin influencia ni ayuda alguna. Estaba cegado ante el deseo de ser yo mismo.-
-Ya no eres tú. Has cambiado, vete de mi vida. Ahora solo eres un extraño para mí, eres un fenómeno.-
Antii dejó de ser él mismo desde el mismo momento que fue convertido a vampiro. Alimentarse de sangre humana no era el. Vivir de noche, no era el. En que, o quien se había convertido, era su mayor duda.

-La familia ya no existe, tienes ahora una única, y somos los de tu raza.- Su mentor dijo alguna vez. –No te relacionaras con humanos, salvo a la hora de alimentarte. No entablarás relación alguna con ellos, pues será tu pena de muerte. Aléjate de quienes buscan destruirnos, o vivirás eternamente condenado.-


Allí estaba una opción de solucionar su problema de soledad, de abandono que más de treinta años estuvo buscando. Estaba en el suelo, empapada con su propia sangre y agua de lluvia, desmayada, inconciente. Tan poco le quedaba por hacer, que no le costaría absolutamente ningún esfuerzo en terminar.

Se agacho al lado de Eeva y la tomo en sus brazos contemplándola aun inseguro de lo que iba a hacer. Le quito el cabello del rostro y beso su frente murmurando un leve “Lo siento” para luego volver a su cuello y drenar lo poco que quedaba de vida.
Eeva abrió los ojos repentinamente en shock que luego se fue desvaneciendo.

-Despierta.- dijo Antii sacudiéndola suavemente. –Debes hacerlo.- Agrego mordiéndose una muñeca abriendo una pequeña herida. Eeva se aferro fuertemente de su brazo para beber esa sangre. Su gusto metálico y áspero la seducía, sentía que podría estar así por horas y horas.

-Bueno, ya es suficiente.- dijo Antii al cabo de unos momentos. - ¡Listo he dicho!
Eeva se hecho atrás y le miro fijo a los ojos, su cuerpo no respondía auque sentía que era capaz de hacer cualquier cosa. Estiró los brazos desperezándose y sonaron los huesos de su columna al llevar la cabeza de un lado a otro cerrando los ojos.

-Gracias.- dijo relamiéndose los labios con sed el remanente de sangre que allí había quedado. –Dos vidas sin alma. Al menos una será eterna.- agregó lanzándose sobre Antii arrojándolo al suelo.

Amor Granate - Parte 5

El sonido de la piel quebrajándose en su boca siempre había sido muy fuerte. Las victimas lo escuchan más que nadie y muchas veces, los recién convertidos, tienen sueños o pesadillas con ese preciso momento. Algunos lo disfrutan, otros solo quieren olvidar.
Antii no era de ninguno de ellos, el solo lo oía como cualquier otro sonido, uno más de los tantos que conocía.

Eeva no sabía lo que pasaba. Una parte de ella quería salir corriendo, escapar del dolor que estaba sintiendo, pero por otro lado quería permanecer allí, inmóvil, por siempre.
Su cuerpo se desplomo sobre el frío suelo al tiempo que una suave llovizna comenzaba a caer.


No me atrevía a mirarla, había cometido un gran error. ¿Para que condenar a una bella mujer a una eternidad de dolor, de racismo y horror? ¿Que he hecho?


Antii había comenzado a caminar de un lado a otro, sin poder decidir si terminar su trabajo, o salvarle la vida a Eeva. ¿Quien era ella? ¿Por que le importaba tanto? Su voz era lo único que conocía profundamente. Para el, lo mejor era dejarla.

-No me dejes.- alcanzó a murmurar Eeva. –Termina con tu trabajo, por favor, te lo suplico.- agregó entre lágrimas de sangre.
El vampiro que casi le había drenado toda la sangre por completo, le miro estupefacto.
-Por favor.- lloró Eeva. –Ten piedad.-
-¿Que piedad quieres? Sufrir ahora y morir no se compara con sufrir una eternidad.- se acerco amenazante y alzando la voz agrego –Muere ahora, porque no morir será tu peor decisión, pues la vida se te será cruel y eterna.-
-Pues no quiero morir. No estoy preparada.-
-¿Que piensas? ¿Que la inmortalidad te ayudara a prepararte? Quizás, pero cuando estés lista, no podrás morir.- Antii resolvió crudamente.
-No. Solo quiero vivir.-

Silencio. Lluvia. Frío extremo. Vergüenza. Temor. Tensión.

-No lo haré. Muere.-
-Tu crueldad te ha cegado completamente.- dijo Eeva en casi su último suspiro de vida. -Ninguna estaca podrá corromper tu inmortalidad.- suspiro- Pero tu soledad es una especie de muerte eterna.-
Antii le miro con desprecio, no quería oír una sola palabra más de su boca por más que adorara su voz. Sin predicción alguna, le pego una cachetada tan fuerte, que resonó por sobre el ruido de la tormenta.

-No me digas que hacer. Tú no eres nadie para ordenarme, tú no eres nadie ni para mí, ni para los demás. Solo una mujerzuela que solo quiere dar lastima.-
Eeva se sostuvo la cara con una mano en reflejo natural, pues no le había dolido. Se miro las manos, empapadas en sangre y agua, y no tuvo mas remedio que desistir, ese era su final. No tenia esperanza, no tenia fe. Ya lo había perdido todo. Otra vez.

viernes, 11 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 4

Amor Granate IV

Con el corazón latiéndole a tantas veces por segundo, Eeva sentía que el pecho le iba a estallar. La adrenalina corría por sus venas como nunca antes, sus piernas no podían ya sostenerla en pie por lo que cayó en sus brazos. Desmayada. En silencio. En paz.

¿Era necesaria tanta premonición, por que no llevar la imaginación directamente a un hecho concluyente? Para Antii, esa era su misión, alimentarse.

-¿De donde eres Antii? Tienes piel fría, cabello suave, ojos demasiado verdes. ¿Escandinavia quizás?.- Esta pregunta lo había tomado por sorpresa totalmente. Tanto que no sabia que responder, todo su plan se vio desmoronado por unas simples palabras.

El tiempo se detuvo de repente, fue entonces cuando se dio cuenta de lo que significaba.

Con un brusco gesto, Antii se alejo de quien había pasado de ser una mujer, a ser una bomba de tiempo. Peligro a solo metros de distancia. Antii miraba el horizonte, ignorando todo arrepentimiento, como si todo le importara absolutamente nada. Así era.

-Discúlpame. No quería que te molestes.- dijo Eeva agachando la mirada y jugando con su cabello avergonzada. Pero de repente, una fuerte ráfaga de viento salado le obligo a levantar la cabeza, y se encontró con unos brillantes ojos verdes que la observaban con ardor. Antii la sostenía fuertemente por la cintura, sumergiéndose en su cuerpo con deseo y ardor.

-No me molesta, me encanta.- respondió en un susurro, su profunda voz resonaba una y otra vez, como en constante eco. Eeva se desvanecía ante su encanto y sensualidad al sentir a un hombre tan particular, la adrenalina de una aventura con un desconocido. Su perfume la drogaba lentamente, rindiéndose ante su insistencia.

Inconcientemente, mareada por toda la situación, enrarecida por tal sentimiento, tildo la cabeza a un lado dejando su cuello al descubierto.

Tentación a flor de piel, sed de sangre, miedo. ¿Miedo? Eso era nuevo. Hacia solo 38 años que no sentía temor. ¿Por que ahora?

Eeva respiraba agitada, temblaba sosteniéndose del cuello de Antii firmemente, no quería caerse, pero sus piernas no resistían. Luego, un ruido ensordecedor que solo trajo mas oscuridad.



miércoles, 9 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 3

Amor Granate - Parte iii

Las olas del mar golpeaban fuerte en las rocas, su ruido era tan ensordecedor que Antii no escuchaba ni sus propios pensamientos. Aun así en la distancia podía percibir un dulce aroma, tentador y fresco como una mañana de verano. Giro su cabeza hacia un lado, y luego lentamente hacia el otro para desaparecer entre la salada bruma.

“Heridas, en sus ropas. Lastiman al mirar. Buscando, el consuelo a su pesar”

Una dulce voz cantaba suavemente, con dolida melancolía. Tiernas notas afinadas que llenaban sus oídos de ternura, o al menos eso quería creer. Solo le restaba observar y oír atentamente.

“Lagrimas de sangre, caen, sin cesar. Se ha ido, pero hay mas tristes historias”

Sus labios carmesí se movían ligeramente, su cuello vibraba al ritmo de sus cuerdas vocales, emitiendo dulces sonidos. ¿Era eso el paraíso? El viento del este acariciaba su rostro y bailaba junto a su largo cabello negro.

¿Cual era su nombre? ¿De donde venia? ¿Por que sentía Antii tanta curiosidad por este ser humano? A fin y al cabo, era solo un ser humano. Una mujer más entre miles en todo el mundo.

-¿Puedo hacer algo por usted?- ¡Que inocente niña! preguntando cosas que podría costarle la vida. Sin embargo, hubo algo en sus oscuros ojos que le impidió llevar a cabo cualquier acción de la que se pueda llegar a arrepentir.

-Solo sigue cantando. Tu voz es hermosa.- dijo Antii casi imperceptiblemente.

-No lo es, solo intentas complacerme.-

-No es así preciosa. Como te llamas?-

-Soy Eeva.- respondió con total soltura y simpatía.

-Antii. Un gusto.- dijo extendiendo su mano para estrechar la suave belleza de tan preciosa mujer.

Estuvieron en silencio por unos breves segundos. Eeva se había sonrojado por completo, aun así no despegaba la mirada de los ojos de su interlocutor. Se sentía atraída, totalmente débil ante sus encantos. Su largo cabello rubio le había llamado tanto la atención que ya extendía el brazo para acariciarlo, Eeva necesitaba saber que tan suave era.

Antii tenía los sentidos alterados, había un suave latido que ya había notado desde lejos, pero cada vez sonaba aun más fuerte. La sangre le llamaba desde el firme brazo de Eeva. Pero debía contenerse. ¿Debía?





Amor Granate - Parte 2

Amor Granate - Parte ii

No toda historia de vida, o muerte, de un ser inmortal es siempre igual. Cada uno de ellos experimenta el cambio de forma distinta, aunque tengan cambios en común. Usualmente, la sensación de la vida desvaneciéndose de su cuerpo, los sentidos desarrollándose al máximo, y un enorme vacío en su interior, que nadie puede describir.

El caso de Antii no se alejaba demasiado del común. Pero había algo en el que lo diferenciaba de los demás, y su creador lo sabia. Todos sabían. Excepto el.

Treinta y ocho años, trece mil seiscientos ochenta días. Millones de minutos. Cada uno contado a mano. Antii se sentía en cámara lenta. Como nunca antes. Luego de aprender lo mínimo en supervivencia, su mentor lo dejó que experimentara por si solo. Sin ayuda, sin guía. Antii y sus instintos, en soledad vagando por las calles.

-Aprenderás de cada lección que te des a ti mismo.- repetía en su mente, aun con el típico miedo de arruinarlo todo, de equivocarse y morir en el intento.

El era solo un niño, aun no conocía las maravillas de la vida, y ya se obligaba a conocer las maravillas de la muerte. La esencia del nirvana, la urgencia de alimentarse, la ignorancia del peligro. Pero, Que era el peligro? Existía? Los inmortales son eternos, son imbatibles. No es cierto?

-Lo que vivas, lo que descubras, grábalo en tu mente a fuego. No te dejes guiar por impulsos sentimentales, terminaras por matarte.-

Que significado podría Antii encontrarle a esa frase? Se había criado en una familia normal, con sus padres y sus dos hermanos, la única novia que tuvo en su vida no lo quería volver a ver desde su transformación siendo la única a la que le había confiado el secreto.

Desilusión. Rencor. Odio. Sensaciones que nunca había conocido y recién descubría con solo tres palabras.

-Aléjate de mí.- ella dijo.





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lunes, 7 de julio de 2008

Amor Granate

Amor - Granate

En el callejón todo era oscuridad. El cielo estaba cubierto de nubes negras y lo único que se percibía en el ambiente era el acido olor a sangre fresca. Su olfato se había desarrollado a través del tiempo, aunque aun no sabia si agradecerlo, o maldecir a su maestro por ello.

Antii solo paseaba de un lado a otro, sin pensar en los peligros en los que se podía ver envuelto. Simplemente caminaba, sintiendo la fresca brisa del mar en su rostro. Tantos años de soledad le habían vuelto aun más frío que de costumbre. No quería ver caras conocidas por ningún lado, no le interesaba lo que los demás pensaran, ni lo que dijeran, simplemente quería que lo dejaran hacer su vida.

- Para criticar son todos expertos, pero cuando se trata de llevar a cabo sus acciones nadie se hace cargo.- una voz le dijo en su mente.

Ya sentía estar volviéndose loco, desalmado. Al fin y al cabo, alma no tenía. Vida tampoco. Pero muy en el fondo, lo deseaba.

La historia de Antii comenzó hace nada más que 60 años atrás, cuando recién nacía. Pero su verdadera vida comenzaría 22 años después, al conocer a su maestro, a su creador, al inmortal que veneró por décadas, hasta que la verdad lo hirió tan profundo, que el rencor tomo posesión de su cuerpo, de sus acciones.

- Tendrás la misma edad por toda la eternidad.- Le dijo. –Lo hecho, hecho está. La decisión que tomaste no podrás cambiarla.-

Antii guardaba respetuoso silencio, aunque no sabia si era por confusión, o por el shock emocional y físico que estaba sintiendo. No podía pensar, le dolía el cuerpo, sentía que la vida, que todo se le iba de las manos. Pero a la vez, disfrutaba el momento, como nunca.

-Respira profundo y duerme.- escuchó. –Ya pasara. Descansa.- Y todo se volvió negro.

Pasaron diez días. Ni uno mas, ni uno menos. Diez días de reloj, de calendario. Diez días de tiempo perdido irrecuperable. Al menos, eso parecía. Pero diez días no eran nada comparado con una eternidad. Antii no lo sabía, no aun.

-Levántate, ya estas mejor. Es momento de salir.- Escucho decir a su mentor.

Era una noche de luna nueva, el cielo estaba despejado y caía una helada que enfriaba hasta los huesos. No había nadie en las calles, solo algún transeúnte que parecía pasar desapercibido ante los ojos de cualquier ser humano. Pero Antii los sentía a metros de distancia. Aun no entendía lo que le sucedía, pero tenía en claro que no era nada normal.

-La inmortalidad no solo es vivir por siempre, es aprovechar cada momento y aprender de ello. Cometerás errores, pero de cada uno de ellos, habrá una lección que nunca olvidarás.-



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sábado, 5 de julio de 2008

The One I Love

Lo que no nos sucede en años, puede que nos pase ya. En este mismo instante. Sin previo aviso. Y cuando lo hace, nos golpea tan duro, que a penas podemos reaccionar. Nos quedamos mudos. Quietos. Congelados. Solo hay una sola solucion. Hablar, actuar, decir la verdad.

Siempre te recordaremos Asa. Que descanses en paz.

En memoria de Asa, fundadora de www.therasmusforum.com