miércoles, 9 de julio de 2008

Amor Granate - Parte 3

Amor Granate - Parte iii

Las olas del mar golpeaban fuerte en las rocas, su ruido era tan ensordecedor que Antii no escuchaba ni sus propios pensamientos. Aun así en la distancia podía percibir un dulce aroma, tentador y fresco como una mañana de verano. Giro su cabeza hacia un lado, y luego lentamente hacia el otro para desaparecer entre la salada bruma.

“Heridas, en sus ropas. Lastiman al mirar. Buscando, el consuelo a su pesar”

Una dulce voz cantaba suavemente, con dolida melancolía. Tiernas notas afinadas que llenaban sus oídos de ternura, o al menos eso quería creer. Solo le restaba observar y oír atentamente.

“Lagrimas de sangre, caen, sin cesar. Se ha ido, pero hay mas tristes historias”

Sus labios carmesí se movían ligeramente, su cuello vibraba al ritmo de sus cuerdas vocales, emitiendo dulces sonidos. ¿Era eso el paraíso? El viento del este acariciaba su rostro y bailaba junto a su largo cabello negro.

¿Cual era su nombre? ¿De donde venia? ¿Por que sentía Antii tanta curiosidad por este ser humano? A fin y al cabo, era solo un ser humano. Una mujer más entre miles en todo el mundo.

-¿Puedo hacer algo por usted?- ¡Que inocente niña! preguntando cosas que podría costarle la vida. Sin embargo, hubo algo en sus oscuros ojos que le impidió llevar a cabo cualquier acción de la que se pueda llegar a arrepentir.

-Solo sigue cantando. Tu voz es hermosa.- dijo Antii casi imperceptiblemente.

-No lo es, solo intentas complacerme.-

-No es así preciosa. Como te llamas?-

-Soy Eeva.- respondió con total soltura y simpatía.

-Antii. Un gusto.- dijo extendiendo su mano para estrechar la suave belleza de tan preciosa mujer.

Estuvieron en silencio por unos breves segundos. Eeva se había sonrojado por completo, aun así no despegaba la mirada de los ojos de su interlocutor. Se sentía atraída, totalmente débil ante sus encantos. Su largo cabello rubio le había llamado tanto la atención que ya extendía el brazo para acariciarlo, Eeva necesitaba saber que tan suave era.

Antii tenía los sentidos alterados, había un suave latido que ya había notado desde lejos, pero cada vez sonaba aun más fuerte. La sangre le llamaba desde el firme brazo de Eeva. Pero debía contenerse. ¿Debía?





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